Estrenamos el blog de la Escuela Gestalt Online con una reflexión sobre la situación actual: vivir en el desasosiego. En estas entradas combinaremos reflexiones, revisiones sobre conceptos teóricos básicos, experiencias prácticas, orígenes de la Terapia Gestalt y demás contenidos formativos que puedan ser de vuestro interés tanto si eres un profesional del campo de la Terapia Gestalt como si buscas experienciar o experimentar este modelo terapeútico como crecimiento personal.
Seguramente una de las más altas ilusiones humanas sea la del control. La persona quiere actuar tramposamente sobre el mundo, sobre los otros, sobre el futuro, sobre el pasado, sobre sí mismo.
La trampa no está en actuar, sino en querer llevarlo todo al terreno conocido o esperado: hacer que pase lo que uno quiere o evitar lo que no quiere, cambiar lo que ya pasó, sólido en su persistencia; o diseñar un futuro que se escapa como el aire, por entre los dedos. Y esta es una de las raíces del desasosiego: el tramposo cayendo en su propia trampa.
Luchar contra el desasosiego parece inherente a la vida, si entendemos la vida como una sucesión de trampas. Al lanzarnos a controlarlo todo, acabamos teniendo que acostumbrarnos a la inquietud, pagando el precio de incorporar la ansiedad a nuestra vida. Y de nuevo ponemos la trampa: calmar, aislarnos, sedar la inquietud, enajenarnos, no pensar, distraernos, drogarnos, etc. Pero no podemos ir contra el desasosiego… y caemos en él.
¿Qué solemos hacer…?
Al buscar la calma podemos aprender instrumentos útiles, descubrir técnicas de relajación, espacios interiores…, pero eso no implica resolver el desasosiego, éste tiene más que ver con algo existencial.
Las distracciones son útiles momentáneamente, burbujas de evasión que nos llevan a experiencias placenteras, pero efímeras y que, por ello, tienen un carácter adictivo. Los ansiolíticos y otros psicofármacos, son excelentes recursos para situaciones agudas de ansiedad, para los desbordamientos que acompañan el sufrimiento psicológico; pero no son un modo de vivir y no nos curan la inquietud y desasosiego.
La aparición de esta última pandemia nos coloca ante un ejemplo brutal de la paradoja del ser humano de nuestra época. Nunca se ha tenido tanto conocimiento, no han habido nunca tantos medios para proteger la salud, pero ¿quién dijo que somos invulnerables? Romper esa ilusión nos tiene abocados al desasosiego colectivo.
Y la reacción, una colección de muy diferentes posibilidades que buscan en el fondo lo mismo: negar lo evidente y huir hacia ninguna parte, plantear y temer conspiraciones, cerrar los ojos de la lógica y entregarse a conductas irracionales, buscar restituir el antiguo control con la esperanza de la vacuna.
Cualquiera de estas reacciones tiene su lógica interna, a veces difícil de compartir, pero todas apuntan hacia una misma estructura: generar alguna explicación o alguna distracción, que nos permitan evadirnos de la percepción de nuestra fragilidad, ¿otra trampa para salir de la trampa?
¿Cómo vivir en el desasosiego, entonces?
Vivir en el desasosiego implica poner en marcha actitudes que socaven su base, construir otra disposición para vivir, no huir de la vida o anestesiar una de sus partes, sino vivirla plenamente. Esto implica hacer frente al miedo, renunciar a la ilusión de control, sentir con claridad la pequeñez y la fragilidad de nuestra naturaleza. Pero no para caer en el nihilismo, sino para despertar la confianza, esa gran fuerza que nos lanza hacia adelante, que nos permite crear, crecer, explorar con curiosidad el mundo.
Vivir en el desasosiego no es vivir contra el desasosiego. Se trata de conocer para aceptar las condiciones que impone la vida, y de encontrar modos de gestionarlas. Esa ha sido siempre la dignidad del Ser humano, la constante búsqueda de soluciones para los problemas reales… y la serenidad de saberse parte, digna parte, de un proyecto que incluye muchas y variadas visiones sobre esas soluciones.
Me planteo este fondo para proponer un trabajo personal de indagación. La experiencia en la psicoterapia y en el desarrollo personal, me hace caminar prudentemente en este terreno, no hay soluciones mágicas y válidas para todos o en cualquier condición. Pero también veo el mundo con optimismo, el ser humano conserva una capacidad enorme de transformación, un impulso para el mejoramiento continuo.
¿Qué puede ofrecer la Terapia Gestalt?
Encuentro en la Terapia Gestalt las bases para esta exploración: actitud de aceptación, desarrollar y buscar el apoyo efectivo, sostener las emociones, conocer y respetar los límites… Un enfoque para recuperar la espontaneidad y la pasión curiosa de vivir. Pero hay también un fondo existencial del que emerge este trabajo, el de afrontar los supuestos básicos que han ido conformando una filosofía de vida, en muchos casos implícita y sin autocrítica. Ese proceso lleva a una re-construcción existencial, a un modo de encarar la vida y sus accidentes, las relaciones, el amor, la enfermedad y la muerte, y una amplia gama de pequeñas situaciones vitales que requieren tomar una posición.
Ambas son un ejemplo de las herramientas que ayudan a las personas a vivir en el desasosiego, a deslizarse en él, permitiendo que la sorpresa sustituya a la angustia, la curiosidad al prejuicio, la confianza al control.
Vivir plenamente, también en el desasosiego.
Antonio Sellés Martínez
Psicólogo clínico. Terapeuta gestalt.
Foto por Adli Wahid en Unsplash