Primera parte del artículo referente al pasado webinar “El zigzag de las relaciones en tiempos de pandemia” comenzando con el apartado de la infancia. Escrito por Altea Sellés.
Han cambiado muchas cosas en los últimos meses, nos hemos ido adaptando en mayor o menor medida al nuevo presente. En las familias estos cambios también han tenido efecto. Como en todas las relaciones, en las familias pueden haber acercamientos, conflictos, o tensiones, y a veces sentimos que necesitamos revisar la manera de gestionarlos. Los profesionales de la atención psicoterapéutica hemos notado ciertas dificultades en niños:
- Miedos en general, a las enfermedades, a ir a otra habitación solos, a salir a la calle…
- Regresiones en sus etapas y en sus hitos o logros evolutivos (explosiones emocionales, miedos, hacer pipi, dormir solos, autonomía, hábitos, lactancia…)
Y en adolescentes:
- Estados depresivos, apatía, desmotivación
- adicción a los videojuegos
- ansiedad
Las relaciones en tiempos de pandemia en la infancia
Todas estas situaciones podían estar ya en el fondo de la experiencia de estos niños, pero con la situación extraordinaria que hemos vivido se han disparado o agravado. Los niños necesitan básicamente a sus padres, sentir amor y seguridad. Otras necesidades importantes son las relaciones con los iguales o jugar, pasear al aire libre. La situación de confinamiento les ha alterado sus ritmos de sueño, de actividad física, a nivel social… pero en gran medida los niños han podido adaptarse a esa situación, ya que generalmente tenían a sus progenitores y podían compartir tiempo con ellos, algo que muchas veces no podían tener.
Sin embargo, podemos comentar diferentes dificultades que han encontrado:
- Las tareas de la escuela y el teletrabajo de los padres, ha generado situaciones de estrés para compaginar estos tiempos
- La distancia con seres queridos, con amigos, a los que han echado de menos
- Las videollamadas muchas veces han sido incómodas para niños pequeños. Hemos intentado que ayuden a este distanciamiento, pero a los niños les puede resultar difícil estar más de unos minutos hablando por la pantalla o interactuar con naturalidad.
- La reducción de la vida social y de salir a la calle ha generado ansiedad, miedos, tensión, bloqueos emocionales.
Esta gestión emocional se ha visto dañada por la situación de la pandemia. Los niños han sentido un cambio drástico en su mundo. Ha habido necesidades básicas como salir al aire libre o jugar en espacios abiertos que no se han podido cubrir durante casi 2 meses.
¿Y qué ha ocurrido después en la desescalada?
Pero lo peor ha venido después, en la desescalada, ya que parecía para los niños que todo iba a volver a ser como antes, y nada más lejos de la realidad.
Nos hemos encontrado (por lo menos en España) con horarios de paseo, restricción de espacios de juego, y algo muy importante, la tensión de los adultos, ir con mascarilla, medidas de seguridad y distancia social, la preocupación por que los niños no toquen las cosas… Han sido semanas y siguen siendo, muy extrañas, en las que hay normas y reglas difíciles de integrar a veces. Que no puedan abrazar a sus amigos, o jugar en ciertos sitios… Esto ha hecho que muchos niños y niñas expresen malestar, tengan miedos, o directamente no quieran salir a la calle.
Y lo están integrando lo mejor que saben, muchas veces hay bloqueos, o explosiones emocionales… El miedo es uno de los síntomas más comunes actualmente en los niños, miedo a enfermar, miedo a estar solos… El miedo nos habla de la necesidad del niño, aquello que está pidiéndonos.
¿Y qué podemos hacer ante el miedo?
A veces nos asusta que los niños tengan estos miedos, nos contagia a nosotros también, nos preocupa que no sean felices, e incluso a veces no lo comprendemos, intentamos convencerles por la parte racional. Incluso me puede incomodar identificar que yo tengo miedo.
Podemos probar a respetar ese miedo, acompañarles, aceptar que algo están necesitando y es su manera de expresarlo.
Como adultos entiendo que es difícil esta postura, parece que no estemos haciendo nada. Pero podemos probar, ya que sentirse acogido, comprendido, es muy valioso en esos momentos. Puede facilitar que los niños expresen (de forma verbal o simbólica) aquello que les preocupa, por lo que sienten inseguridad, y que puedan sentirse contenidos en esta emoción. Esto no ocurre si se sienten avergonzados por tener miedo, o si sienten que está fuera de lugar.
En nosotros mismos ocurre algo parecido, si acepto que tengo miedo, en lugar de querer esconderlo, evitarlo o disimular, puedo observar qué me ocurre, buscar ayuda, comprensión…
Darle un espacio al miedo, desde una postura de escucha y calma nos puede servir a todos de gran ayuda.
Proseguiremos en la próxima entrada, después de tratar la infancia, en cómo ha afectado a las relaciones familiares en tiempos de pandemia en la adolescencia y cómo lo están viviendo padres y madres.
Foto por Sharon McCutcheon en Unsplash